IA con propósito: rentabilidad y bienestar social requieren gobernanza, talento y claridad regulatoria
- Blanca Gutiérrez
- 9 sept
- 3 Min. de lectura

En el 39º Encuentro de la Economía Digital y las Telecomunicaciones de AMETIC, los expertos reivindican una adopción de la IA centrada en personas, con políticas para pymes, transparencia ESG y modelos de soberanía tecnológica
La mesa “IA con propósito: Rentabilidad, competitividad y bienestar social” reunió en el 39º Encuentro de la Economía Digital y las Telecomunicaciones de AMETIC a Aleida Alcaide, directora general de la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial; Jeremy Rollison, Head of EU Policy y Senior Director, European Government Affairs de Microsoft; Miguel Ángel Ariza, managing director de VASS Iberia y Latinoamérica, y Luis Álvarez, presidente EMEA de EPAM NEORIS. El debate estuvo moderado por Enrique Serrano, presidente de la Comisión de Inteligencia Artificial y Big Data de AMETIC.
La charla de los expertos pivotó sobre una idea central: la IA sólo generará crecimiento sostenido si se gobierna con propósito, se forma a las personas y se facilita su adopción
—especialmente en el tejido pyme— sin abrir nuevas brechas.
Cómputo, datos y talento para el tejido pyme

La representante del Gobierno, Aleida Alcaide, subrayó que su gran objetivo “son las pymes, porque representan prácticamente todo el tejido productivo de España”. Explicó la creación de la Dirección General de IA y su hoja de ruta para lograr una adopción responsable y competitiva.
Entre las medidas destacó la apertura de la Fábrica de IA sobre el superordenador MareNostrum 5 del Barcelona Supercomputing Center, que permitirá a las pymes acceder de forma gratuita a capacidad de cómputo y evitar así que el coste de las GPU se convierta en una barrera para innovar.
También subrayó la importancia de habilitar datos en abierto y multilingües, gracias a convenios con instituciones como el País Vasco o la Biblioteca Nacional, que facilitarán la construcción de corpora para entrenar modelos en castellano y lenguas cooficiales.
A ello se suma la inversión en talento aplicado, con cátedras y programas conjuntos entre universidad y empresa para acelerar la transferencia de conocimiento.
Alcaide defendió, además, el impulso a modelos abiertos como ALIA, con el doble objetivo de garantizar la auditabilidad y asegurar que el idioma castellano no quede relegado en la nueva ola tecnológica.
Estabilidad y confianza en un contexto volátil

Por su parte, el responsable de Microsoft, Jeremy Rollison, afirmó que su compañía persigue “ser un factor de estabilidad en medio de la volatilidad geopolítica”. Su intervención giró en torno a la soberanía tecnológica y la necesidad de generar confianza: inversiones en centros de datos europeos, soluciones de continuidad ante interrupciones, seguridad reforzada y opciones de sovereign cloud para el sector público.
También reclamó claridad normativa para startups y pymes: “No deberías necesitar un abogado para entender qué puedes hacer con IA. La clave es claridad, claridad, claridad”.
Propósito, métricas y experiencia del cliente

“Cada proyecto de IA debe empezar con un propósito claro”, remarcó Miguel Ángel Ariza, de VASS. Desde su experiencia en sectores como banca, seguros y telecomunicaciones, señaló que el reto es combinar eficiencia con ética y gobernanza. Citó ejemplos de automatización de atención al cliente, procesos de onboarding digital e hiperpersonalización de servicios, con indicadores de éxito como reducción de tiempos, satisfacción o retención. “Si no le das al cliente la mejor solución en tiempo real, se va a la competencia”, advirtió. También defendió la necesidad de reentrenar equipos para tareas de mayor valor y diseñar servicios inclusivos para que nadie quede fuera.
Realismo ESG y “curiosidad” como cultura

“Aunque hablamos con gran seguridad, la realidad es que todavía nadie sabe realmente hacia dónde va la IA”, reconoció Luis Álvarez, de EPAM NEORIS. Planteó los riesgos de greenwashing y la importancia de usar IA para auditar la trazabilidad ESG. Recordó el coste energético de entrenar modelos y la necesidad de medir cada proceso. Advirtió, además, de una “brecha de IA” que dejará a personas fuera si no se acompaña la transición laboral. Y puso en valor la curiosidad como motor cultural: “En el café o en el cóctel, preguntémonos unos a otros: ¿Y tú qué estás haciendo con IA?”.
Cinco movimientos y una pregunta
En el cierre, los ponentes coincidieron en que sectores críticos como la sanidad o la administración pública exigen privacidad reforzada y despliegues soberanos.

También dejaron recomendaciones concretas: aprender y formar de manera continua, definir el “para qué” antes de la tecnología, trazar hojas de ruta con métricas, trabajar con equipos multidisciplinares y diseñar con ética desde el inicio. Y una pregunta-guía, recordada por Álvarez: “¿Y esto para qué lo estamos haciendo?”. El propósito —rentabilidad con bienestar social— es la brújula para traducir la IA en productividad real, empleo evolucionado y confianza pública.






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